El día de hoy, el director Mamoru Oshii cumple 68 años de edad. Su carrera como cineasta ha sido bastante prolífica. Empezó a ser conocido a partir de su trabajo en Urusei Yatsura, donde realizó storyboards y fungió también como director. Colaboró con Toshio Suzuki, uno de los fundadores de Ghibli y, más tarde, se ocuparía de las primeras OVA de Patlabor. Sin embargo, su obra más reconocida es, sin duda, Ghost in the Shell de 1995, basada en el manga de Masamune Shirow.
Ghost in the Shell es una de los ejemplos fundamentales del cyberpunk japonés de finales del siglo XX, en el que también se inserta Battle Angel Alita y Akira. Su temática, que combinaba un escenario futurista con una sociedad hundida en la desigualdad y la pobreza, explora los límites de nuestro concepto de lo humano a partir de la noción del “ghost” (“espíritu” en la traducción de Netflix).
La historia gira en torno a la mayor Motoko Kusanagi, una agente adscrita a la Sección 9. En el proceso de cumplir cierta misión, Kusanagi y su equipo develan una conspiración de alcances internacionales que tiene que ver con el misterioso Puppet Master, un súper hacker capaz de intervenir el “ghost” de cualquier persona e incluso suplantarlo. Kusanagi se obsesiona con el caso y busca, a como dé lugar, entrar en contacto con el hacker.
Para inducirnos en este retorcido mundo, Oshii recurre a tomas largas y pausadas, que muestran panorámicas de la ciudad evidenciando sus contrastes. El brillo de la modernidad se nos presenta enmarcado en una pobreza que trasciende lo material y se siente como vacío de la existencia. Los personajes con rostros desencajados, las habitaciones oscuras se intuyen desordenadas y polvorientas, como si fueran un reflejo del desorden interno que se oculta a la luz de los aparadores.
La obsesión de Kusanagi con el Puppet Master no es gratuita. Ella, más que cualquier otro miembro de su equipo sabe hasta qué punto el concepto de lo humano se reduce a unos pocos recuerdos que constituyen la esencia de su identidad. El temor de que el “ghost” pueda ser intervenido es motivo de la más atroz de las angustias, pero también trae consigo la esperanza de descubrir su propia esencia.
Con estas ideas, Oshii configura una cinta revolucionaria en su tiempo, que influyó en obras de gran reconocimiento en la cultura pop, como la trilogía de The Matrix.
En 2017, Ghost in the Shell fue adaptada a live-action en Hollywood, con Scarlett Johansson como la mayor Kusanagi. Aunque esta versión contiene todos los conceptos clave de la cinta de Oshii, se respalda mucho más en los efectos visuales y las secuencias de acción que en el diálogo. Oshii, en cambio, recurre a éste para asombrar a su público y darles sentido a los eventos de su relato.
Ghost in the Shell, de Mamoru Oshii está disponible a través del servicio de Netflix.