freudchickenEl día de hoy se cumplen dos años del fallecimiento de Isao Takahata, cofundador de Studio Ghibli y uno de los directores de películas animadas más reconocidos de Japón. En sus películas puede apreciarse un gran talento artístico y una tendencia clara a buscar la perfección.
Takahata nació en la prefectura de Mie en 1935 y, siendo un niño, padeció en carne propia los estragos de la Guerra del Pacífico. Se graduó de la Universidad de Tokio con estudios sobre literatura francesa. Antes de la fundación de Studio Ghibli, trabajó en diversas series y películas animadas como GeGeGe no Kitarō, Heidi, la niña de los Alpes y Lupin III.
Hoy queremos recordarlo recomendando sus películas que, para fortuna de todos sus fans, están disponibles en Netflix.
Recuerdos del ayer
Basada en el manga de Hotaru Okamoto y Yuko Tone, esta cinta relata el viaje de Takeo a Yamagata que, al mismo tiempo, se convierte en un viaje a su pasado, sus sueños y anhelos.
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Pom Poko
La historia de la rebelión de un grupo de tanuki que luchan para defender su territorio del avance de la civilización, que los despoja de sus refugios y sus recursos. Escrita y dirigida por el propio Takahata, esta película hace un extraordinario uso de elementos clásicos del folclor japonés.
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Mis vecinos los Yamada
Escrita y dirigida por Isao Takahata, la película consiste de varias viñetas que relatan la cotidianidad de la familia Yamada. Tiene un estilo visual único, que imita la estética del manga y constituye un relato singular, con tintes cómicos.
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El cuento de la princesa Kaguya
Basada en el relato clásico japonés de El cortador de bambú, Takahata recibió por esta película varios premios y nominaciones, incluida la de los premios Oscar. Ostenta, a la fecha, el dudoso récord de ser la película japonesa más costosa de la historia, pero también es una muestra del preciosismo y perfección al que siempre aspiró el director.
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De sus contribuciones con Studio Ghibli, la única ausente en esta plataforma es La tumba de las luciérnagas, historia que adaptó el cuento original de Akiyuki Nosaka y que recordamos con cariño y tristeza por su descarnada representación de la indolencia y la deshumanización, pero también del amor que resiste toda prueba.
Descanse en paz, maestro.
