Masaaki Yuasa es uno de los directores más interesantes de los últimos años. En su historial hay joyas como Mind Game y The Tatami Galaxy, que destacan por un estilo único de manejo del tiempo y el espacio, aunado a personajes diseñados para aprovecharse de ello. Sin embargo, fue hasta hace poco tiempo que su nombre empezó a sonar fuera de un pequeño círculo de conocedores, para ocupar un lugar en el mainstream. La bomba estalló con el lanzamiento de DEVILMAN crybaby.
Esta historia, basada en la obra original de Gō Nagai, gira en torno a la relación entre Akira Fudō y su amigo de la infancia, Ryō Asuka. Akira es un chico tímido y debilucho que, en la versión de Yuasa, a menudo enfrenta los conflictos llorando. Después de muchos años de no verse, Ryō lo busca pidiendo su ayuda para investigar extraños casos de asesinatos y desapariciones que estarían relacionados con demonios. Akira y Ryō acuden a una fiesta clandestina conocida como Sabbath, en la que Ryō empieza una pelea sangrienta con el objetivo de atraer a los demonios. Uno de ellos, Amon, posee el cuerpo de Akira y lo transforma, pero la bondad del chico neutraliza hasta cierto punto la maldad del demonio. Así se convierte en el diabólico héroe, Devilman.
Un ensayo sobre el bien y el mal
Como el nombre lo indica, la adaptación de Yuasa enfatiza el aspecto llorón de Akira para convertirlo en su cualidad más representativa. Es a través de esas lágrimas que se evidencia el dolor y la angustia de los otros personajes y pone la carga emotiva que a los otros les hace falta. Aun convertido en Devilman, Akira no deja de llorar por los que sufren, ya sean demonios o personas y su voz es la de todo aquel que no pueda expresar lo que siente.
El discurso de la serie, en principio, versa sobre la eterna lucha entre el bien y el mal, entendiendo estos conceptos desde la ideología cristiana. La violencia y el sexo, por ejemplo, se representan de manera muy explícita bajo la luz de lo pecaminoso y son el vínculo que hay entre la raza demoniaca y los humanos. Así, se traza un espectro que va desde la crudeza casi primitiva de los demonios, que sólo parecen saber fornicar y comer, hasta la pureza casi infantil de Akira y Miki, que sólo se permiten el placer bajo ciertos límites.
Lo que ocurre en las zonas medias de ese espectro es donde Yuasa aprovecha para ensayar la idea de que el bien y el mal conviven simultáneamente en nosotros. Por el lado humano están personajes como Koda y Miko (que sólo existen en esta versión), quienes son poseídos por demonios como ocurre con Akira, pero al conservar sus consciencias humanas optan por explotar las ventajas de sus cuerpos para ceder a la envidia y al hambre.
Por otro lado, demonios como Sirène y Kaim, que dan la impresión de no ser más que violencia y lujuria, entienden bien sentimientos humanos como los celos, la pérdida, el sacrificio y la renuncia. Y Akira llora por todos ellos.
La animación como discurso
Pero si el aspecto discursivo de DEVILMAN crybaby es, al menos en parte, una herencia de Gō Nagai, no puede decirse lo mismo de las decisiones artísticas, que corresponden a Yuasa. Su versión de Devilman aprovecha el estilo característico del director, que suele usar los colores y las formas de una manera simple, pero sumamente efectiva.
A medida que avanza la serie, el ambiente tiende a verse en tonalidades cada vez más oscuras, de fuertes contrastes entre el rojo y el negro, en tanto que las tomas de día tienen un tinte opaco, gris. A través de esa elección, Yuasa nos introduce paulatinamente en un mundo cada vez más tenebroso y deprimente.
Los trazos simples permiten que la anatomía de los personajes sea lo bastante flexible como para transmitirnos a través de sus movimientos las sensaciones que experimentan. Eso facilita, desde luego, la transformación en demonios y dramatiza también la desfiguración de los humanos que se han convertido en Devilmen. Los humanos, por su parte, evidencian sus sensaciones a través de movimientos que no se sienten naturales porque pretenden fascinar al espectador y, quizá, horrorizarlo. El de Devilman no es un mundo en el que nos gustaría vivir.
DEVILMAN crybaby obtuvo el premio como Anime of the Year en los Crunchyroll Awards de 2018 y Masaaki Yuasa se llevó el galardón como Mejor Director. Está disponible en Netflix.
Este año llega a nuestro país su más reciente película Ride your Wave: Juntos en el Mar, con una temática completamente distinta, pero abanderando su inigualable estilo.