Por azares del destino (es decir, de la función aleatoria de Spotify), hoy por la mañana escuché Sunny Day Song, de µ’s. Quienes no son ajenos a Love Live! recordarán esta pieza como una de las más icónicas de The School Idol Movie, la película que cerraba su historia.
La escena era espectacular: las nueve chicas, en la víspera de separarse, lograban reunir en el mismo escenario a una gran cantidad de chicas que, como ellas, aspiraban a ser school idols. Era tanto una despedida como una declaración: µ’s era algo más grande que esas nueve chicas, era un símbolo de lo que podía lograrse con amor, esfuerzo y unión. Era la manera ideal de pasar la estafeta.
Luego vino Aqours. Con una historia quizá demasiado semejante a la de sus antecesoras, estas nueve chicas aspiraron a hacer suyo el discurso de µ’s, a apropiarse de esa aventura bajo un estandarte distinto, pero regido siempre por los mismos valores. Semejanzas y diferencias aparte, Aqours intentó dejar su propia huella. Su advenimiento causó muchas expectativas y, aunque no tuvieron el impacto mediático de µ’s, sí lograron hacerse de una fiel base de fans.
Un regreso inesperado
Este año la franquicia cumple 9 años desde su arranque. Hasta ahora han lanzado dos series de anime, dos películas, varios lives, un exitoso juego de ritmo para móviles y uno más que está por llegar. Además de µ’s y Aqours, la franquicia tiene en sus filas a Saint Snow y A-RISE, así como al Club de Apreciación de Idols de Nijigasaki, su nuevo grupo emblema.
Sin embargo, el pasado 30 de mayo, el staff anunció con bombo y platillo la celebración de un festival, con una noticia que a muchos tomó por sorpresa: Aqours, Saint Snow y el Club de Nijigasaki compartirán el escenario con µ’s. Este retorno incluye un nuevo sencillo.
Naturalmente, el anuncio trajo mucha alegría a quienes aún extrañan a las chicas de Otonokizaka, pero confieso que a mí me parece una especie de traición a su propio ideal. Entiendo, por supuesto, que revivir a µ’s es una apuesta segura si lo que se quiere reencender la flama de una franquicia que ha tenido resultados mixtos en los últimos años. Sé bien que no hay idealismo que resista la angustia de acercarse a la oscuridad. Pero es precisamente por eso que el regreso de µ’s resulta decepcionante.
Volvamos a The School Idol Movie. Párrafos atrás decía que µ’s era más grande que las chicas que lo integraban y que esto quedaba claramente representado en la secuencia de Sunny Day Song. De ahí en adelante, se entiende que cada una de ellas, tanto los personajes como sus seiyū, seguirían sus propios caminos. Habían sembrado algo que a otras tocaría cosechar; habían puesto en marcha un espacio llamado a convertir los sueños en realidad. Era triste pensarlas como algo que pertenece al pasado, pero eso mismo le daba aún más valor. Se podía o no estar de acuerdo con el rumbo que tomaba la franquicia, pero la expectativa era que siguieran sus propios ideales y los materializaran. Que fuera el amor, el esfuerzo y la unión lo que siguiera motivando su proceso.
El regreso de µ’s es como haber izado la bandera blanca. El sueño terminó y ahora esto no es más que negocio.