Han pasado 10 años del último trabajo de Hayao Miyazaki (82) y Studio Ghibli, “The Wind Rises” (Kaze Tachinu). Después de esta cinta el estudio tuvo varios lanzamientos, algunos éxitos en crítica, pero modestos en taquilla como fueron “El Cuento de la Princesa Kaguya” (Isao Takahata), “El Recuerdo de Marnie” (Hiromasa Yonebayashi) y “La Tortuga Roja” (co-producción con varios estudios franceses y dirigida por Michaël Dudok de Wit). También tuvo su desliz con “Earwig y la Bruja” (Goro Miyazaki) la primer cinta CGI del estudio. Pero finalmente podemos ver la que podría ser la última cinta animada del célebre y octogenario maestro, “El Niño y la Garza” (Kimi wa dou ikiru ka?).
Esta película se estrenó en Japón el pasado 14 de julio después de un trabajo en producción de casi 7 años. La inspiración detrás de la cinta es el libro homónimo “Kimi wa dou ikiru ka?” de Genzaburo Yoshino y la vida del mismo Miyazaki, quién a manera autobiográfica incluyó un sin fin de detalles de su vida y de su trabajo en Studio Ghibli en el filme.
Una historia sencilla, pero con muchas capas para reflexionar
La historia de “El Niño y la Garza” es curiosamente sencilla, pero el viaje está cargado de mensajes, simbolismos y referencias a cintas previas. Mahito es un niño de 12 años que pierde a su madre en un incendio. Después de unos años su padre se casa nuevamente, por lo que Mahito y él se mudan a una nueva ciudad. Mahito sigue lidiando con el dolor de haber perdido a su madre mientras intenta encajar en su nueva escuela dónde es molestado por ser un “niño rico”.
La situación en casa es igual de tensa ya que Natsuko, su nueva madrastra, también es la hermana menor de su fallecida madre. Por si todo esto fuera poco, Mahito es constantemente molestado por una peculiar y parlanchina garza que un día le pregunta “si quiere ver a su madre otra vez”. Así es que Mahito emprenderá un viaje muy especial a otro mundo.
La nostálgica despedida de un grande
“El Niño y la Garza” es una historia de lenta cocción, que por sí misma tiene distintas capas que invitan a la reflexión; pero que adquieren más sentido si la tomamos como una despedida de Miyazaki y un regalo para su nieto. Esto último lo comentó Toshio Suzuki, presidente de Studio Ghibli.
Incluso hasta pareciera también una disculpa para su hijo, Goro Miyazaki, quien varias veces ha mencionado que mantiene una relación distante con su afamado padre, de quien dijo: “cero puntos como padre, pero todos los puntos como director”.
El filme toca varios temas: el duelo, la resignación, la aceptación y el legado. Puede ser que en el desarrollo Hayao Miyazaki hiciera las paces con el presente y futuro de Studio Ghibli, o tal vez es una aceptación que su vida giró en torno a crear bellísimos mundos de fantasía cuidados al detalle; pero que en su vida privada fue un padre ausente, dedicado por completo a su arte. Tal vez es resignación de que su legado no tiene un heredero dentro del estudio, ya que alejó a varios y que ahora se convirtió en subsidiaria de Nippon TV. Tal vez es melancolía de que su amigo y co-fundador Isao Takahata falleciera antes de lo esperado y que le hiciera reflexionar sobre su propia muerte. O quizá también es que el tiempo se acaba y no queda más que hacer las paces con lo ya hecho.
Sin duda lo más interesante de esta cinta no es la historia per sé, si no las conversaciones que generará posteriormente.
El legado de Hayao Miyazaki y Studio Ghibli está asegurado, ambos son parte integral en la historia de la animación, esto se puede ver en los trabajos de ComixWave, Studio Ponoc y Studio Chizu, estudios que están formados por ex-empleados de Studios Ghibli. Los significados que uno le puede dar a esta obra son variados y creo dependerán mucho de que tanto estén al pendiente de la historia del estudio y sobre todo del drama familiar de los Miyazaki.
En Japón cuando se estrenó esta cinta y tanto los críticos como el público la catalogaron como “una cinta que Miyazaki hizo sólo para sí mismo”, al ser su obra más abstracta y autoral desde “The Wind Rises” (Kaze Tachinu).
La calidad de Ghibli siempre presente
Miyazaki no pierde su encanto, ni con su estilo y animación tradicional a mano, acompañada de una banda sonora excelente realizada por Joe Hisaishi. En “El Niño y la Garza” Hayao Miyazaki nos da la que será su historia más personal, aunque puede ser que la menos accesible o entretenida. Es una cinta hecha más para hacer reflexionar a los adultos.
A veces confusa, a veces lenta y otras veces frenética “El Niño y la Garza” es uno de los trabajos más relevantes de Miyazaki, no por ser el mejor si no por lo que podría representar: el último trabajo de una era. La cinta se encuentra disponible ya en cines de México subtitulada al japonés y doblada al español.